Ferran Torres está sentado en el terreno de juego del 7️⃣ pequeño SV Aasen 1928, riendo sobre cómo Lamine Yamal debería ser ilegal, jugando dardos con Phil Foden y siendo David 7️⃣ Villa cuando se le pregunta sobre el hombre que se para frente a él y sus compañeros de España. "Si 7️⃣ el último tuvo que entrar en la portería después de botar en el poste, el siguiente necesitará tres giros de 7️⃣ tuerca para superar a 'Mama'," dice. "Tienes que visualizarlo, creerlo. Necesitas una oportunidad clara también; estábamos viéndolo anoche y es 7️⃣ increíble."
España ha jugado muy bien. Mejor que nadie y 7️⃣ mejor de lo que nadie esperaba también. Cualquiera fuera del Öschberghof, al menos: el equipo, paseando hacia el campo de 7️⃣ entrenamiento cada mañana, tenía más fe que todos los demás. "Sin duda," dice Torres, pausando. "Sin duda," dice de nuevo, 7️⃣ y hay otra pausa. Entonces una sonrisa. "Sin duda," agrega. Podría ser su lema.
La duda, la crítica, ¿podrían ser realmente 7️⃣ útiles, algo para luchar? Algo contra lo que demostrar que está en lo cierto? Hay una respiración profunda. "Depende... depende..." 7️⃣ Torres comienza.